El tango nace aproxímadamente en 1860 como payada del gaucho, como candombe del negro, como mazurca, vals, matzitza brasileña, como milonga compadrita, como cambalache inmigrante, margen, desplazados, guapos, orillas, ciudadanos indecentes, populacho. Para 1915 aparece como exótico, moderno, europeo, galante aunque todavía algo indecente y atrevido. Unos treinta años más tarde se populariza y masifica: es familiar, costumbre, omnipresente, popular, idílico y comercial. Ya por los ´60 se vuelve vanguardista, elitista, fusión, melodioso, armónico, viejo, gueto. Para finales del siglo XX y principios del XXI, renace como marketing, búsqueda, identidad, turístico, joven, moda, aeróbico, atracción.
En 150 años el tango transmutó, se transformó, bailó y cantó al compás del país y del mundo, se abrió y cambió. Quienes lo sintieron alguna vez, en cualquiera de sus formas, como danza, música o poesía, al parecer no han sido los mismos a partir de la experiencia. Teorías psicológicas, comerciales, libertarias, historioráficas, sociológicas pero sobre todo pasionales.